La historia de los silbidos que se transformaron en apoyo clave

La relación de entre Pulti y el FpV atraviesa hoy su mejor momento. El intendente envía gestos de apertura y cambió la resistencia por acompañamiento contra "otro modelo de ciudad y de país".

Cheppi, Pulti y De Vido, se reunieron el martes por la noche en el Ministerio de Planificación. Foto: 0223.

22 de Julio de 2015 20:04

Noviembre de 2012. Dos de los hombres de máxima confianza de Gustavo Pulti entran a la reunión de diversas agrupaciones kirchneristas de Mar del Plata. Allí se preparan los detalles del recibimiento que tendrá al día siguiente Cristina Fernández de Kirchner, quien inaugurará en la ciudad un encuentro de comunicación audiovisual. Los “enviados” logran que las banderas de Acción Marplatense se mezclen con las de lo K más duros. Sin embargo, no acordaron el “recibimiento” que tendría el jefe comunal. Nada les dijeron de la silbatina que se desataría cuando la locutora oficial pronunciara el nombre del intendente, menos de 24 horas después.

Julio de 2015. Gustavo Pulti entra a la oficina del ministro de Planificación Federal de la Nación, Julio De Vido, acompañado por Carlos Cheppi, hombre de confianza en Mar del Plata del funcionario nacional. Los tres charlan un rato de la realidad de la ciudad, de gestión, de política. Y como corolario del encuentro destraban un proyecto clave: el Arroyo del Barco.

¿Cómo se llegó de los silbidos a los abrazos en este tiempo? El contundente triunfo de Vilma Baragiola en las legislativas de 2013 le dio impulso a la autocrítica en ambos lados. Pulti, que siempre se creyó el referente K de la ciudad, entendió que ignorar a la militancia más dura no era la mejor forma de ganarse ese lugar. En el Frente para la Victoria se dieron cuenta que rechazar la pertenencia de Pulti al proyecto nacional y popular tampoco conducía a ninguna parte.

Así se gestó la primera reunión entre Pulti y Cheppi. La segunda. La tercera. Hubo muchas. Algunas más públicas, otras bien privadas. Comenzaron a limar asperezas, hubo reproches, críticas por la actitud del otro y cuando ya se habían dicho todo lo que tenían atragantado, comenzaron a hablar de las coincidencias. Y fundamentalmente de “los otros”. Hoy, el intendente y el embajador en Venezuela, cada cual a su forma, repiten un mismo discurso: “En octubre se enfrentan dos modelos de país y de ciudad”.

Sostenido en esas coincidencias –y en esa necesidad- se gestó el Frente Marplatense. Apenas se decidió enfrentar las elecciones dentro de ese esquema se plantearon dudas. Que la convivencia, que el liderazgo, que los lugares.

“Sin duda”, le respondió Pulti a 0223 al día siguiente del cierre de listas (cuando se definió ir con una lista de unidad) tras la consulta de si en un hipotético gabinete a partir del 10 de diciembre habría más apertura a sectores del FpV que hoy no forman parte de su equipo. Fue la primera señal pública. A partir de allí empezaron a llegar otras.

La invitación a Cheppi participar del ensayo de la orquesta infantojuvenil, junto al precandidato Daniel Scioli, hace 10 días. El encuentro en el MAR de los equipos técnicos de los dos sectores para hablar de las ideas que planean trabajar. La seguidilla de señales se cerró con la reunión que compartieron el martes en la Ciudad de Buenos Aires junto a De Vido. La obra del Arroyo del Barco es una de las más anunciadas de los últimos años. Esa noche se resolvió un aspecto clave: el financiamiento.

“No queremos que nadie diga que hicimos algo para que Pulti pierda la elección”, confió una fuente del kichnerismo marplatense.

Las diferencias entre el pultismo y el cheppismo todavía existen. Hay temas en los que su visión no es la misma. Tal vez el más álgido es el de la influencia de Aldrey Iglesias en Mar del Plata. Cheppi, desde un principio, eligió confrontar con el propietario del multimedios La Capital. Pulti, en cambio, llegó al poder con el empresario como aliado. Y desde 2007 a la fecha la relación no cambió. Sin embargo, las posibilidades de generar los cambios desde adentro siempre son mayores muchas que estando afuera. Pulti, parece, abrió la puerta. Y poco a poco los invitados comienzan a entrar.