Carlos López Puccio: "Seguimos trabajando porque nos hace felices"

Uno de los "Luthiers" analizó el por qué de la continuidad del grupo que suma casi 50 años de vida. Este jueves 27 y viernes 28, los "Viejos Hazmerreíres" llegan al Radio City.

26 de Noviembre de 2014 16:11

Sería interesante poder hacer una minuciosa investigación para comprobar la existencia real de casos como el de estos cinco muchachos, que se hacen llamar "Les Luthiers", que continúan despertando una enorme admiración por su trayectoria y que, en poquito tiempo más, celebrarán los 50 años.  

Marcos Mundstock, Daniel Rabinovich, Jorge Maronna, Carlos López Puccio y Carlos Núñez Cortés, los mejores aliados del humor inteligente y de la excelencia musical, visitarán Mar del Plata los próximos jueves 27 y viernes 28 de noviembre con "Viejos Hazmerreíres", su última antología, en el Teatro Radio City, ubicado en San Luis 1750.

"Pucho", el del "cabello más canoso", habló con 0223 y resumió un poco de todo aquello que sucedió en este casi medio siglo de trabajo junto a los otros cuatro genios. Las obras, lo popular, el público, la convivencia, el humor, la política, internet y el éxito, este último cuasi responsable de la perdurabilidad del grupo por "el paulatino descubrimiento de que ninguno de los individuos que lo integran, podría haber inventado por sí solo a Les Luthiers"

-En menos de tres años, cumplen 50 de trayectoria ¿Cómo lo van a celebrar?

-Con una gran fiesta cuyos secretos sólo conoce Lino Patalano, nuestro representante, que es -además- un gran organizador de fiestas. Ya cuando cumplimos 40 hizo algo descomunal que incluyó celebraciones públicas (como la Expo Luthiers que duró como dos meses para luego replicarse en España y tres concursos: de obras de humor, de grupos de humor y de fabricación de instrumentos informales) y una celebración “privada" en la cual hasta tocó la banda de los Granaderos.

-Pasan los años y fieles al querido Mastropiero no pueden dejar de componer ¿Cuánto material de Les Luthiers oculto existe?

-Siempre hay un cuerpo de protoobras, de embriones, que esperan maduración, prueba, ensayos, adaptación. Pero para hacerlas ver la luz hace falta tiempo y fuerza.

-¿Cómo se logra la convivencia de cinco personas distintas, compartiendo el mismo trabajo, durante tantos años?

-Creo que un buen ejercicio fue nuestra terapia grupal, sana costumbre que mantuvimos durante unos veinte años. También el éxito pudo haber sido un elemento aglutinante, así como el paulatino descubrimiento de que ninguno de los individuos que lo integramos podría haber inventado por sí solo a Les Luthiers.

-Lejos de estar identificados con lo popular pudieron disfrutar de una expansión del público que los elige ¿Por qué creen que se da ese fenómeno por el cual siempre sentimos que hay Les Luthiers para rato?

-Así es, el humor de Les Luthiers gusta a un buen número de personas, pero no a todas: sólo a una franja. No somos artistas masivos. Les luthiers mantiene una relación cómplice con quienes lo disfrutan. Supongo que nuestra perdurabilidad fue consecuencia entre otras cosas  de que no aparecieron grupos que ofrecieran un producto de la misma calidad en esa franja de humor.

-¿Siguen trabajando por amor al arte o económicamente aún les hace falta?

-Nos hace falta anímicamente. Sería difícil decir adiós voluntariamente a este trabajo que nos hace tan felices. Además, claro, el dinero nunca sobra. Siempre se puede inventar en qué gastarlo.

-¿En qué se basan para elegir el contenido completo de una nueva obra basada en viejos sketchs? ¿Los recuerdan a la perfección?

-No, cada cual hace su propuesta de obras y no todos nos acordamos de ellas. Así que ante la duda nos reunimos y las vemos o escuchamos en viejas grabaciones. Nos pegamos sorpresas, el tiempo cambia el valor de las cosas. Algunas veces las obras son mejores de lo que recordábamos. Otras veces descubrimos que gozaban internamente de una fama a la que el tiempo no había hecho justicia.

"Viejos Hazmerreíres" contiene un total reordenamiento de las escenas y tiene una gran unidad porque todo ha sido adaptado para formar parte de una misma transmisión de radio, la recordada “¡Radio Tertulia, nuestra opinión… y la tulia!”, que de este modo se ha renovado totalmente con los sketchs más desopilantes de muchos de sus espectáculos. 

Los momentos más brillantes y reideros en un nuevo contexto. Lo mejor de los memorables: “Todo por que rías”, “Los Premios Mastropiero”, “Por Humor al Arte”, “Lutherapia, entre otros. 

Así se verán: la zarzuela “Las Majas del Bergantín”, “Quién mató a Tom Mc Coffee” o “La cumbia epistemológica”, intercalados con las enseñanzas del gurú Sali Baba, los delirios del hombre que vio a los marcianos o las canciones del imposible grupo “London Inspection”. 

-¿Qué piensan del humor actual?

-No estoy seguro de que exista ese humor actual. En principio, con la polarización política extrema que hemos sufrido han desaparecido los humoristas políticos, que eran los grandes actualizadores del humor porque su arte estaba ligado necesariamente a la realidad cotidiana. Ya no hay Tato Bores, ni el Pinti de Salsa Criolla. Y por varias razones que no me siento capacitado de resumir los programas humorísticos han desaparecido de la TV.

-¿Qué humoristas argentinos o extranjeros les gusta ver? ¿Han “aprendido” o tomado características de alguno de ellos en sus producciones?

-Salvando las muchas distancias creo que tenemos cierta afinidad con Monty Python, por los nexos de su humor con la cultura. Aunque (digámoslo) nacimos aún antes que ellos, es seguro que nosotros supimos de Monty Python antes que ellos de nosotros (ni siquiera sabemos si nos conocieron). Por lo demás hay una larga lista de humoristas que admiramos y nos divierten. En la actualidad los catalanes de Tricicle están entre nuestros favoritos.

En el pasado… la lista es interminable, pero Chaplin y Keaton no pueden faltar.

-¿Alguna vez se sintieron limitados para escribir y actuar sobre un determinado tema?

-Nunca hicimos humor con la actualidad. No nos gusta basar nuestra gracia en la referencia a los hechos o personajes del momento. Así que esa fue siempre una limitación autoimpuesta. Tampoco con el dolor, en cualquiera de sus formas.

-¿Y en tiempos de dictadura?

Claro, todos sabemos que había una enorme cantidad de cosas que no podían decirse y mucho menos hacer humor con ellas.

-¿Cómo ha influido en su trabajo la masividad de internet y las redes sociales, sobre todo en los últimos años?

-Después de un primer susto, por la difusión incontenible de contenidos que hasta ese momento estaban supuestamente reservados, nos sorprendió comprobar que las redes habían aumentado nuestra llegada, que el público en los teatros aumentaba en lugar de disminuir. Fenómeno sorprendente: una buena parte del público de hoy parece venir para lograr ver y escuchar en vivo lo que de otra manera sólo vería en la pantalla de su computadora o televisor. Aún tratándose de humor: estamos hoy haciendo un segundo espectáculo de revisión, casi todo puede verse en casa y mucha gente conoce los chistes de antemano, pero -evidentemente- verlo en vivo, respirar y disfrutar con el resto del público, compartir la risa, es una experiencia muy diferente y buscada.