Hunden avión en cantera para sumar atractivos al buceo en la cava “El Carpincho”

Es el único en Argentina sumergido de manera controlada con fuselaje revestido especialmente para cuidar el agua. Se necesitaron 35 personas para maniobrar sus cinco mil kilos de peso

22 de Octubre de 2014 13:11

Por Redacción 0223

PARA 0223

A 10 minutos del casco urbano de Tandil, entre las magníficas sierras de la zona, dentro de las aguas de la cava existente en la cantera “El Carpincho”, yace un avión a siete metros de profundidad. La espectacular producción tuvo lugar a metros de la ruta 74, donde los referentes de la escuela de buceo del lugar lograron concretar un atractivo sin precedentes en el país.

Silvia Maggiori y Martín Fiumara comenzaron con la aventura de acondicionar la geografía de la zona allá por 2009 para darle lugar y amplitud a la actividad de bucear. Tres años después, una vez lograda la acción de mejorar la visibilidad del agua, conformaron una empresa e iniciaron los trabajos para llevar a cabo el llamativo objetivo del hundimiento de un avión, finiquitado el último fin de semana.

El espacio, que contaba con una visibilidad de sólo 4 centímetros, ahora permite bucear con una luminosidad que llega hasta los 8 metros. La cava, con 12 metros de profundidad, tiene ahora ubicado el avión en una zona estratégica lindante a 5 metros del fondo. Por allí, ya puede sumergirse todo aquel que desee practicar la disciplina entre otros atractivos que incluyen nadar entre bagres, chanchitas, mojarras grandes, dientudos y carpas doradas.

En diálogo con 0223, Maggiore contó que la idea surgió luego de visitar “una cava en Uruguay en donde existe un colectivo hundido. Para diferenciarnos, pensamos en un avión y queríamos que no sea un aparato estrellado ni tampoco con su estructura siniestrada”. Desde ese entonces, la búsqueda para adquirir un avión entero se concretó finalmente “por internet” y los trabajos para resolver su traslado desde Buenos Aires “duraron más de tres meses”. Una vez en Tandil, se necesitaron los aportes de una compañía local de grúas y de la asistencia de más de 30 especialistas. “El viernes se probó el inicio del hundimiento y los ensambles, y el sábado realizamos la colocación del fuselaje, luego de las alas y por último se atornilló el avión”.

La aeronave es un Sabreliner, modelo 78, que mide 14 metros de largo y pesa poco más de 5 mil kilos. Su interior está recubierto de aluminio para no contaminar el agua y así tener el aislamiento acorde a fin de persistir a lo largo del tiempo.

En la cava, que contiene aguas calmas, opera la escuela de buceo, se realizan exámenes de admisión para interesados en tener el carnet habilitante y se facilitan equipos o bien cargas de aire para los que deseen practicar la disciplina.

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